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El elocuente silencio de Martin Scorsese en 'Silence'

La fe y las tradiciones se enfrentan en el Japón del siglo XVII.

DIRECTOR: Martin Scorsese
ELENCO: Adam Driver, Andrew Garfield, Liam Neeson, Issei Ogata
DURACIÓN:
161 minutos
CLASIFICACIÓN: R

In English  | Silence comienza con una escena diabólica: un grupo de prisioneros harapientos caminan empujados a través de un paraje árido y rocoso. Mientras oleadas de fumarolas volcánicas salen de las grietas, los desdichados hombres son atados a postes. Luego vemos cómo les tiran agua hirviendo sobre sus cabezas y escuchamos cómo los gritos de las víctimas se alzan sobre el burbujear de las calderas.

A la distancia, una figura desolada (Liam Neeson) es forzada por sus captores a observar el espantoso espectáculo. Él solloza. Y tiembla. Pero no tenemos idea de por qué él no está incluido entre las víctimas sufrientes. ¿Por qué está observando? Más importante, ¿por qué lo hacemos nosotros?

Brutal, bonita y brillantemente pensada, Silence es el máximo arrebato en la carrera de siete décadas del director Martin Scorsese. Su despiadadamente detallado relato de dos sacerdotes católicos del siglo XVII que arriesgan sus vidas para inculcar el cristianismo en Japón se observa tan de cerca como Raging Bull, tan irreverentemente violenta como Goodfellas, tan espiritualmente aventurera como The Temptation of Christ.

Liam Neeson en una escena de la película 'Silence'

Kerry Brown/ Cortesía de Paramount Pictures

Liam Neeson en "Silence"

Cuando conocemos a estos dos sacerdotes, el padre Rodrigues (Andrew Garfield) y el padre Garrpe (Adam Driver), viven en relativa comodidad y seguridad en Portugal. Los dos le imploran a su superior que les permita viajar a Japón en busca de su mentor, el padre Ferreira (Neeson), quien partió como misionero años atrás y de quien repentinamente no se sabe nada. Algunos dicen que está muerto; otros, que abandonó sus creencias para salvar su vida.

Los jóvenes sacerdotes tienen dos propósitos: limpiar el nombre del padre Ferreira y continuar su trabajo misionero. Se las ingenian para entrar clandestinamente a Japón, donde la tortura y la muerte son los pilares de la política del gobierno hacia los cristianos. Y ambos son muy evidentes a través de todo el filme. A pesar de esto, los lugareños, con su insaciable sed por el Evangelio, les dan la bienvenida —o algo parecido— a los sacerdotes. Luego de algún tiempo de operar en secreto, ambos son delatados. Se separan por asunto de seguridad y, en adelante, Scorsese centra su atención en Rodrigues. Capturado y puesto en prisión, lo llevan ante Inoue (Issei Ogata), una combinación de gran inquisidor y sublime verdugo.

Garfield —antiguo Spider Man de la pantalla grande—, tal y como lo hizo en Hacksaw Ridge se distingue con una actuación que explora la mente de un hombre bueno enrevesado en un conflicto. Las escenas de violencia de Scorsese a veces se desarrollan con un suspenso insostenible, mientras que en otras ocasionas explotan con una furia inesperada. Nos mantiene, al igual que a los dos sacerdotes de la película, fuera de balance con un implacable trasfondo de terror.

El más destacado es el experimentado actor japonés Ogata en su papel de Inoue. Viejo y exhausto por toda una vida persiguiendo a extranjeros entrometidos, saluda a sus prisioneros con una sonrisa triste, casi melancólica. Inoue les asegura a los prisioneros que sus grotescos métodos de opresión no son nada personal; simplemente deben entender que la cultura centenaria de Japón no da lugar para algo tan revolucionario como el cristianismo.

De hecho, a la larga vemos con claridad que a Inoue no le importa lo que sus prisioneros creen; solo le importa lo que dicen creer. Irónicamente, el ofrecimiento de una salida fácil a través de una denuncia cínica del cristianismo ofende al padre Rodrigues más que si le hubieran pedido que renunciara genuinamente a sus creencias.

Ogata se transforma como inquisidor. Su sonrisa delata peligro; el solo alzar su taza de té augura una catástrofe. En un momento impactante, ante el continuo desafío del joven sacerdote, Ogata pareciera encogerse en su rol, como una víbora a punto de atacar.

Es una coincidencia interesante el que Garfield representara este papel a tan solo aproximadamente un mes de su interpretación —nominada a un Golden Globe— en la película Hacksaw Ridge de Mel Gibson. En el filme de Gibson, Garfield interpreta a un médico de combate, condecorado con la Medalla de Honor, cuyos actos de heroísmo estuvieron inspirados en su inquebrantable fe cristiana. Por contraste, el sacerdote de Scorsese parece motivado principalmente por su lealtad a la Iglesia como institución. Mientras que a este último su fe la dictan estructuras externas, la fe del personaje de Hacksaw Ridge parece provenir de su interior.

Por eso, Scorsese nos deja ponderando una pregunta de tres partes: ¿Hasta dónde nos puede sostener la religión organizada cuando enfrentamos la opresión? ¿Cuándo entra en juego la fe pura? Y, ¿son suficientes esas convicciones?

Bill Newcott es escritor, redactor y crítico cinematográfico para AARP Media.

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