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'Eddie the Eagle' aterriza con éxito

Hugh Jackman interpreta al entrenador de un competidor subestimado de los Juegos Olímpicos.

DIRECTOR: Dexter Fletcher
ELENCO: Taron Egerton, Hugh Jackman, Christopher Walken
CLASIFICACIÓN: PG-13 (Público general, mayor de 13 años)
DURACIÓN: 105 minutos

In English |  La idea de realizar un filme basado en la historia poco probable del preciado saltador de esquí olímpico, el británico Eddie "The Eagle" Edwards ha intrigado a los cineastas durante décadas. Por fin alguien lo hizo, y valió la pena la espera por Eddie the Eagle. Esta historia maravillosamente gratificante de un competidor subestimado es endulzada por un cuento intergeneracional de amistad y redención.

La demora también fue fortuita: no tan solo ha pasado el tiempo suficiente para que la historia de Eddie parezca ser reciente, sino que ahora podemos perdonar las libertades fácticas tomadas en el relato de la carrera corta y gloriosa de un hombre que llegó de la nada y se convirtió en un héroe conocido mundialmente por tener una de las peores actuaciones olímpicas de todos los tiempos.

Para aquellos que no tienen idea de qué hablo —y según he notado en las caras de mis amistades cuando hablo del tema, son bastantes— Eddie Edwards era un albañil británico y esquiador recreativo que, al darse cuenta de que su querida Inglaterra carecía de un programa nacional de salto de esquí, se propuso calificar para el equipo olímpico de 1988 del país.

Eddie no iba a permitir que sus humildes talentos fueran un obstáculo. Era tan miope que no podía quitarse los anteojos en las pistas de esquiar, lo cual era un problema, ya que se le empañaban cuando se ponía las gafas de esquí. Su quijada prominente evocaba a Popeye; pesaba unas 20 libras más que sus compañeros esquiadores; su acento de clase obrera y sus manierismos les parecían extraños a los atletas de clase alta que dominaban el panorama olímpico británico.

Eddie the Eagle

Cortesía de Larry Horricks/Twentieth Century Fox

Las estrellas de 'Eddie the Eagle', Taron Egerton y Hugh Jackman.

Todo esto, por supuesto, lo hizo una de las figuras más populares de las Olimpiadas de Invierno de Calgary en 1988. A pesar de que Eddie tomó el último lugar en los dos eventos, el presidente del Comité Olímpico lo homenajeó personalmente durante las ceremonias de clausura.

En Eddie the Eagle, nuestro héroe es interpretado por Taron Egerton (el actor joven atractivo de la película del 2014 Kingsman: The Secret Service). Aunque en la vida real es tan guapo como una estrella de cine, Egerton logra convencernos de la torpeza social de Eddie en gran parte con su sonrisa rara e invertida que le daba un semblante permanentemente desconcertado al saltador de esquí.

Eddie tuvo más de un entrenador, y este interesante personaje es una perfecta combinación de ellos: Bronson Peary, un acabado exprodigio del esquí interpretado por Hugh Jackman. Por más que intente, el tan elegante Jackman no nos convence de que es un alcohólico acabado sin rumbo. Pero Jackman es uno de los actores más cautivadores del cine, y sus encantos armonizan a la perfección con la película.

Aunque dos de ellos no se mencionan en los créditos (no me preguntes por qué), aparecen caras conocidas a lo largo de la película Eddie the Eagle. El omnipresente Jim Broadbent interpreta a un animado comentarista de deportes, mientras que Christopher Walken canaliza a un exentrenador olímpico que alguna vez sacó a Peary de su equipo. También vemos a la experimentada actriz alemana Iris Berben, quien interpreta a la propietaria sensual del pub en un alojamiento de esquí y acoge a Eddie, que no tenía ni un centavo. Resulta ser que la seductora Berben ha sido una estrella de la televisión en Europa desde los años 60, lo que me hace preguntarle a la pantalla, "Wo warst du mein ganzes Leben lang?" (¿Dónde has estado toda mi vida?)

El director Dexter Fletcher cuenta la historia de Eddie de manera impecable, pausando ocasionalmente en los momentos más importantes de la película: el asalto implacable de Eddie con un brinco de esquí de 40 metros parece ser algo que terminará con su vida; su absurda celebración triunfante al final de su primer brinco olímpico; y, lo más entretenido de todo, el deslice impulsivo y borracho de Peary por una colina de 90 metros, donde se deshace de un cigarrillo encendido mientras se acerca al despegue.

¿Tomaron suficientes riesgos en Eddie the Eagle? Tal vez. Pero aunque eluda las pistas de expertos, este agradable trayecto logra llevarnos al final sin problemas y listos para disfrutar de un fuego crepitante y un chocolatito caliente.

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