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'Trumbo' es una lección urgente de la historia

Bryan Cranston se escribe un nuevo capítulo como el guionista legendario.

DIRECTOR: Jay Roach
ELENCO: Louis C.K., Bryan Cranston, John Goodman, Diane Lane, Helen Mirren, Michael Stuhlbarg
CLASIFICACIÓN: R
DURACIÓN: 124 minutos

In English |  Deja de lamentar la polarización de la sociedad estadounidense e invierte un par de horas en Trumbo, un relato meticuloso del Temor rojo de los años 1950 contado desde el punto de vista del escritor Dalton Trumbo.

A la hora de enfrentar un segmento de la sociedad con otro, resulta que los políticos de hoy en día son puros novatos.

Trumbo, interpretado con una precisión semejante a la de un camaleón por Bryan Cranston (Breaking Bad), era un novelista ganador del premio National Book Award vuelto guionista de Hollywood cuando lo dejaron fuera de la industria por ser un comunista reconocido. Se convirtió en uno de los infames 10 de Hollywood, encarcelado en 1947 por rehusarse a nombrar nombres ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses.

En su relato de la historia de Trumbo, el director Jay Roach (Meet the Parents, Recount) y el guionista, el veterano de la televisión John McNamara, fácilmente hubieran podido caer en la trampa de demonizar a aquellos que les dieron la espalda a Trumbo y sus amistades. En su lugar, el filme reconoce cómo ciertos estadounidenses —incluidos tales conservadores preeminentes como la cronista de sociedad de Hollywood Hedda Hopper (una radiante Helen Mirren) y John Wayne (David James Elliott de la serie televisiva JAG)— les tenían un temor legítimo a la difusión del comunismo totalitario. Según relata Trumbo, las facciones de la izquierda y la derecha de la industria cinematográfica coexistían relativamente bien —aparte de las esporádicas batallas laborales— hasta que los políticos oportunos de Washington se dieron cuenta de que podían prosperar si sembraban la discordia entre los dos lados.

Bryan Cranston en una escena de la película Trumbo

Hilary Bronwyn Gail/Courtesy of Bleecker Street

Bryan Cranston como Dalton Trumbo, en 'Trumbo'.

Ordenados a comparecer en audiencias en Washington D. C. e identificar a compañeros de viaje bajo pena de prisión o suicidio profesional, personas buenas se vieron forzadas a tornarse en contra de amistades de larga data. Así fue que el atormentado Edward G. Robinson (interpretado con compasión por el coprotagonista de Steve Jobs, Michael Stuhlbarg) nombró públicamente a amistades comunistas, incluso a Trumbo, quien lo visitaba en su hogar. Robinson odia lo que ha hecho y se siente enojado que lo forzaron a hacerlo. Sin embargo también  se siente molesto con su viejo amigo Trumbo por no poder entender su posición insostenible.

En uno de los momentos más resonantes de la película, Robinson ataca la actitud crítica de Trumbo —que, aunque lo han puesto en la lista negra, sigue triunfando al escribir guiones bajo otro nombre—.

"No tengo dónde esconderme", dice Robinson en desesperación, señalando su rostro, famoso mundialmente. "Esto es todo lo que tengo".

Comenzando por Cranston, protagonista principal, hasta el último integrante, el elenco de Trumbo es impecable. Como el productor chabacano que compra la mayoría de los guiones escritos por Trumbo bajo otro nombre, John Goodman suscita recuerdos encantadores de su clásica interpretación del maestro de horror Lawrence Woolsey en la película Matinee (1993) de Joe Dante.

El cómico Louis C.K. nos sorprende agradablemente en el papel dramático de un guionista comunista radical cuya ira lo está consumiendo —de igual forma que el avance de su cáncer pulmonar—. (Por lo menos un 50% del aire en Trumbo consiste de humo de cigarrillos).

El tejido que mantiene unido a Trumbo, sin embargo, es la historia de amor del escritor y su fiel y muy sufrida esposa, Cleo. Cleo, interpretada por Diane Lane, surge como la defensora más apasionada de Trumbo y su más honesta crítica. Cuando su esposo reprocha al mundo, ella sonríe valientemente. Pero Cleo no está dispuesta a mantenerse aparte cuando el apasionado escritor los ataca verbalmente, a ella o a sus tres hijos. Hay poco contacto físico entre los dos durante el curso de Trumbo —el cariño franco no parece ser parte del ADN del escritor— pero la escena en la que saluda a su esposo tras su encarcelación es una obra maestra de pasión contenida.

En una coda emocionante, Trumbo acepta un premio a escritores en 1970. Para Cranston —quien se ganó un premio Tony recreando las palabras de LBJ en All the Way— es un momento magistral. Trumbo habla emocionalmente de sus propios sacrificios, pero reconoce que la lista negra manchó igualmente las vidas de aquellos que temían la difusión del comunismo. Los poderes nacionales, advierte, siempre intentarán controlar al público al forzarlos a dividirse en facciones opuestas.

A través de las décadas, Trumbo nos advierte no caer en esa trampa.