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El dilema de un hijo preocupado por su mamá, quien se resiste al cambio

Cómo abordar la situación económica y de vivienda de un padre de edad avanzada.


spinner image Ramon Gonzalez, 56, habla con su madre en una videoconferencia
TREVOR PAULHUS; JENSEN LARSON; SHUTTERSTOCK

El problema

¿Cómo hacer planes para la vida asistida? Esta fue la pregunta que se hizo Ramón, de 56 años, después de que su madre, Clara González (87 años), sufriera varias caídas (aunque sin fracturas). Como suele suceder con los problemas familiares, el asunto es complicado. En primer lugar, por la distancia: Clara, una mujer celosamente independiente, es dueña de un condominio en Orlando, Florida, donde ninguno de sus tres hijos vive cerca. Y, en segundo lugar, por cuestiones de beneficios: Ramón pensaba que su mamá podría vender su casa y usar los $100,000 procedentes de la venta para cubrir sus gastos de subsistencia. Sin embargo, no sabía si ese ingreso extraordinario reduciría la cobertura de Medicaid y Medicare y los beneficios de Seguro Social que su mamá tendría derecho a recibir.

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El consejo

En muchos casos, las cuestiones financieras nos llevan a abordar temas de otra índole. Eso quedó claro en una llamada telefónica grupal que tuve con Ramón, Clara y un intérprete de habla hispana. Ramón opinaba que su madre debería mudarse enseguida a un centro de vida asistida en Georgia, donde estaría cerca de uno de sus hermanos. Sin embargo, Clara no estaba de acuerdo: tal vez algún día, concedió, pero por el momento quería seguir en Orlando.

Este tipo de discrepancia es muy frecuente, señala David York, abogado de planificación patrimonial y coautor del libro Entrusted: Building a Legacy That Lasts. "[El hijo se siente] culpable por vivir su propia vida", dice York, y se preocupa de que algo malo le pase a su madre. El resultado: los hijos se apresuran a hacer un cambio que los padres no quieren. "En mi profesión, muchas veces nos preocupamos por el cómo, sin pensar en el quién y el por qué", afirma York.

En este caso, York aconseja que la familia encuentre la manera de lograr que Clara esté segura e integrada en un lugar donde ella quiera vivir... y que Ramón pueda sentirse tranquilo por el bienestar de su mamá. La tecnología puede ser útil en ese sentido, según Kristen Hanich, directora de Investigaciones de banda ancha y atención médica en Parks Associates, una empresa de investigación de mercados. Hanich recomienda usar un sistema de monitoreo pasivo, conectado a la red wifi de la casa, para detectar la falta de movimientos normales, o un reloj inteligente con una aplicación que pueda detectar una caída y enviar una alerta. York también sugiere contratar a un cuidador para que visite la casa varias veces por semana, a fin de verificar que no haya ningún problema. Otra opción es Meals on Wheels, un servicio que ofrece no solo una comida saludable, sino también una interacción social.

En cuanto a la futura situación económica de Clara, Ramón tenía razón en preocuparse, pero no por lo de Medicare ni del Seguro Social; estos beneficios no se basan en el patrimonio ni los ingresos actuales, de modo que Clara seguirá recibiéndolos sin importar sus circunstancias.

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Sin embargo, no es así con Medicaid, otro programa (al igual que Medicare) del cual Clara también recibe beneficios. Si bien las normas varían de un estado a otro, por lo general no se permite que un beneficiario de Medicaid tenga más de $2,000 a su nombre, con excepción de ciertos bienes, como un entierro prepago, una residencia principal y un automóvil. Si algún día Clara está lista para ingresar a un centro de vida asistida, la venta de su casa le aportará fondos que, junto con el Seguro Social, le ayudarán a costear el servicio residencial que ella elija. Al contar con todo ese dinero, es casi seguro que ya no podrá recibir Medicaid. Por lo tanto, si necesita ingresar a un hogar de ancianos, tendrá que pagarlo ella misma hasta que sus bienes ya no superen el umbral de $2,000.

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El resultado

La última vez que hablamos, Ramón me dijo que Clara aún no estaba dispuesta a mudarse. Él tiene los dedos cruzados, esperando que la próxima caída no sea nada grave, pero que la convenza de aceptar los cambios que sean necesarios. Ramón sigue pendiente de la situación, para que en su momento pueda vender la casa y utilizar esos fondos para pagar un centro de vida asistida en Georgia. Entretanto, ha estado buscando información sobre cómo proteger a Clara y lograr que esté conectada en su hogar actual.

Ramón está haciendo lo correcto, señala Joe Coughlin, director del AgeLab de MIT. El objetivo es lograr la "resiliencia del hogar", según Coughlin: es decir, hay que reconocer que algo tendrá que suceder algún día, y prepararnos de antemano para lidiar con esa situación.

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