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Dale un pequeño cambio a la planeación financiera

Sigue estas pautas modificadas a fin de aumentar los ahorros para emergencias, jubilación e inversiones.


spinner image Ilustración parecida a un billete de dólar con Andrew Jackson con una pala, Benjamin Franklin con una alcancía, y Abraham Lincoln en un cajero automático.
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Lo bueno de las reglas generales es que pueden ayudar a convertir las decisiones complicadas en decisiones fáciles. ¿Qué cantidad de seguro de vida necesita una persona? ¿Qué porción de los ahorros a largo plazo deberían invertirse en el mercado de valores? ¿Hay alguna manera de predecir la cantidad de dinero que alguien gastará cada año durante la jubilación? Responder a preguntas como estas podría tomar horas de investigación y reflexión, o solo unos segundos de cálculos aritméticos.

Las reglas generales sobre las finanzas “pueden ser un atajo útil”, dice Sheryl Garrett, fundadora de Garrett Planning Network, un grupo de asesores financieros a nivel nacional. “Esto a veces es lo que verdaderamente necesitamos”.

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Sin embargo, en otras ocasiones esas perlas de sabiduría son demasiado sencillas o simplemente ya no vienen al caso. Por eso, a continuación verás un resumen de las fórmulas monetarias más comunes que podrías encontrar, junto con su lógica y las modificaciones que podrían necesitar para que sigan siendo herramientas útiles.

1. Para protegerte en caso de emergencias financieras, mantén en el banco por lo menos una cantidad equivalente a seis meses de gastos de manutención.

  • La lógica: un fondo para emergencias es dinero que se guarda “por si acaso” para cubrir una pérdida de empleo, un problema médico, problemas con el automóvil u otro impacto costoso. Los asesores financieros recomiendan tener suficiente dinero guardado para mantenerte por varios meses —entre 3 y 12 meses, según tus circunstancias—. (No coloques el dinero debajo del colchón; más bien, mantenlo en una cuenta a la que puedas obtener acceso rápidamente, como una cuenta de ahorros, un certificado de depósito a corto plazo o un fondo del mercado monetario). Seis meses, el período de tiempo que comúnmente toma encontrar un nuevo empleo, se considera por lo general como un buen número, según Dana Levit de Paragon Financial Advisors en Newton, Massachusetts.
  • La modificación: a los trabajadores de mayor edad, quienes tienden a permanecer desempleados por más tiempo después de perder su empleo, tal vez les convenga guardar dinero para 12 meses de gastos de manutención, si pueden, agrega Levit. Se sugiere lo mismo para los jubilados que dependen del dinero que proviene de sus cuentas de jubilación. Tener disponible dinero para 12 meses reduce el riesgo de verse obligado a retirar dinero de inversiones cuando los precios de las acciones o los bonos están bajos, menciona.
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2. Antes de la jubilación, destina el 50% de los ingresos anuales netos de tu hogar (luego de pagar impuestos) para necesidades, el 30% para deseos y el 20% para ahorros.

  • La lógica: estas proporciones te ayudan a lograr un equilibrio de tres partes entre gastar para lo esencial cotidiano, disfrutar tu vida en el presente y planificar para el futuro. El 50% se dedica a cosas que debes tener, como alimentos, vivienda y seguro. Otras compras —hasta el 30% de tus gastos— son deseos, ya sean vacaciones, salidas a comer o canales especiales de televisión por cable. El 20% restante se dedica a los ahorros o, de ser necesario, a reintegrar deudas.
  • La modificación: sé realista y flexible. Para muchos, las necesidades suman más del 50% de los gastos. Por ejemplo, la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. descubrió que en hogares donde el jefe de familia tiene 65 años o más, las necesidades básicas de vivienda, cuidado de la salud y comidas en el hogar sumaban en promedio el 55% de los gastos. En estos casos, advierten los planificadores, es importante disminuir el presupuesto para los deseos y no olvidar ni el reintegro de deudas ni los ahorros.
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3. Resta tu edad de 100. Esa cifra es el porcentaje de tus inversiones que deberías tener en acciones o fondos de acciones. El resto debería estar en bonos.

  • La lógica: cuando eres joven, tienes un plazo de inversiones más largo y una mayor capacidad de sobrellevar los altibajos del mercado de valores. Por lo tanto, puedes afrontar los riesgos del mercado que representan las acciones y los fondos de acciones a cambio del potencial de crecimiento que te ofrecen en comparación con los bonos y los fondos de bonos. Las inversiones en bonos, en términos generales, tienen menor rendimiento con el tiempo, pero proporcionan ingresos con regularidad y pueden ayudar a estabilizar una cartera de inversiones. Según esta regla, alguien de 25 años debería tener el 75% invertido en acciones, mientras que alguien de 75 años debería tener solo el 25% en acciones y el resto en bonos.
  • La modificación: es posible que estos porcentajes ya no funcionen. La gente vive por más tiempo y a menudo necesita el crecimiento de cartera que es más probable que provenga de las inversiones en acciones. Sin ningún ajuste, esta regla “podría hacer que la gente sea demasiado conservadora”, explica Sharon Rich, asesora financiera de Womoney en Belmont, Massachusetts. Si tienes suficientes ingresos fijos para enfrentar un deterioro en la economía de entre 7 y 10 años, dice, puedes permitirte aumentar el porcentaje de acciones en tu cartera por encima de lo que sugiere la regla de 100.
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4. Cada año, ahorra el 1% del valor de tu vivienda para mantenimiento y reparaciones.

  • La lógica: los proyectos de mantenimiento costosos, como reemplazar el techo o pintar la casa, no se realizan todos los años, pero cuestan mucho dinero. Para estar seguro de tener lo suficiente, incluye en tu presupuesto anual el 1% del valor de tu hogar para estos proyectos. Eso equivale a $2,500 al año para un hogar que valga $250,000. Si no lo usas durante un año, puedes usarlo el próximo, dice Steve Thalheimer, un asesor financiero que vive en Silver Spring, Maryland. A él le gusta la pauta del 1%, pues dice que ese dinero, promediado con el pasar del tiempo, debería cubrir los gastos considerables de mantenimiento del hogar.
  • La modificación: si tienes una vivienda antigua o si tu hogar necesita reparaciones, quizás debas incluir más en el presupuesto, admite Thalheimer. Garrett recomienda que ahorres el 2% del valor de tu vivienda.

5. Al comprar un seguro de vida, obtén una póliza que pague de 7 a 10 veces tus ingresos anuales actuales cuando fallezcas.

  • La lógica: si falleces temprano, tu pareja o familia necesitarán mucho dinero para compensar por los años de ingresos que se esperaba que proporcionaras.
  • La modificación: en vez de usar como pauta tus ingresos anuales, calcula lo que tus sobrevivientes necesitan para evitar una catástrofe financiera, sugiere Gary Schatsky, asesor financiero en la ciudad de Nueva York y presidente de ObjectiveAdvice.com. Es decir, asegúrate de que puedan pagar la hipoteca, la matrícula universitaria de tus hijos y el seguro de salud, además de tener suficientes ingresos para vivir. Incluso si no tienes ingresos, podrías necesitar un seguro que pague para reemplazar el trabajo no remunerado que haces por tu familia —por ejemplo, cuidar a un niño o a un familiar de mayor edad—. Si estás jubilado o no tienes personas a tu cargo, quizás puedas evitar tener un seguro de vida, a menos que tengas un propósito específico de planificación patrimonial, como dejarles dinero a los hijos adultos de tu primer matrimonio para evitar conflictos con tu segundo cónyuge de menor edad.

6. Durante la jubilación, planifica que tus gastos continuos sumen el 80% de tus ingresos previos a la jubilación.

  • La lógica: una vez que los hijos crezcan y los gastos relacionados con el empleo desaparezcan, el costo anual de vida podría disminuir. Y aunque en el pasado hayas guardado una parte de tus ingresos para los ahorros de jubilación, después de jubilarte, es probable que se elimine del presupuesto ese concepto.
  • La modificación: al preparar un presupuesto para la jubilación, concéntrate en tus gastos, no en tus ingresos. Identifica tus necesidades específicas para gastos mensuales y luego crea un plan de flujo de efectivo para cubrirlas. Y mantén un poco de flexibilidad para los aumentos ocasionales en los gastos. Aunque ya no necesites gastar dinero en el trayecto al trabajo, los jubilados a menudo gastan más en viajes o necesitan contratar ayuda adicional en el hogar.

Es más, los gastos de los jubilados tienden a variar, y a menudo aumentan en los primeros años, disminuyen en los años intermedios y luego suben si surgen problemas de salud. “Analiza con cuidado los gastos actuales”, aconseja Rich (quien usa una hoja de cálculo para el seguimiento de los gastos), y calcula cuáles gastos anuales aumentarán y cuáles disminuirán. Algo que a la gente muchas veces se le olvida incluir: los impuestos que hay que pagar al sacar dinero del plan de jubilación; esto se vuelve obligatorio a la edad de 70 años y medio.

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