Vida Sana
Los hogares de ancianos comienzan la tercera semana de reclusión de sus residentes para protegerlos contra el coronavirus, un virus que se propaga con rapidez, y los familiares que están físicamente separados de sus seres queridos se sienten cada vez más preocupados por su atención y su salud mental.
Desde el primer caso en un hogar de ancianos en Kirkland, Washington, 150 centros de enfermería especializada en más de la mitad de los estados tienen al menos un residente con COVID-19, según datos que dieron a conocer el lunes los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS).
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A principios de marzo, dos grupos principales de la industria de cuidados de la salud y del Gobierno federal indicaron que los familiares y amigos de los residentes de todo tipo de comunidades de vivienda para adultos mayores deben permanecer alejados debido a que hay quienes puedan tener una infección de COVID-19 sin presentar síntomas. Otros pueden ser contagiosos días antes de que los síntomas aparezcan.
“Sabemos que existe el riesgo de que personas enfermas, que parecen no estarlo, visiten los hogares de ancianos y las comunidades de vida asistida y contagien a los residentes”, indicó Mark Parkinson, presidente y director ejecutivo de American Health Care Association y National Center for Assisted Living.
El 11 de marzo, Amy Johnson, de Windom, Minnesota, pudo visitar a su esposo, quien tiene demencia frontotemporal, pero no hizo su visita acostumbrada de fin de semana unos días después y, como otros cuyos amigos y familiares están recluidos, no sabe cuándo podrá regresar.
“En estos momentos es difícil, porque quiero visitarlo con más frecuencia ya que su enfermedad está empeorando”, señala, y agrega que hace poco su esposo empezó a padecer incontinencia. “Es aterrador que suceda algo así cuando tu ser querido no sabe cómo mantener su propia higiene”.
Otros cuidadores se preocupan porque han pasado cerca de tres semanas desde que pudieron ayudar al personal con el cuidado diario de su ser querido. Las esposas alimentan a su esposo, los esposos se aseguran de que su cónyuge haga su terapia física, y el aislamiento social y la depresión pueden causar grandes preocupaciones.
“Yo soy la única a quien él deja que le corte las uñas y lo afeite”, dice Johnson.
Medidas de emergencia ahora en curso
Tanto los representantes de la industria de atención de salud y los de residencias de vida asistida, con sede en Washington D.C., habían rogado a los familiares y amigos que no visitaran las comunidades de vivienda para adultos mayores antes de que el Gobierno federal restringiera las visitas a los hogares de ancianos a partir del 13 de marzo, cuando el presidente Donald Trump declaró la emergencia nacional frente a la pandemia mundial.
El Departamento de Asuntos de Veteranos (VA) comenzó la estrategia de aislamiento el 10 de marzo mediante la suspensión de nuevas hospitalizaciones y la prohibición de visitas en sus 134 hogares de ancianos y sus 24 centros de lesiones de la médula espinal. La única excepción a la regla de no permitir visitantes: cuando se espera que un paciente fallezca pronto, una pauta que ahora existe en los hogares de ancianos de todo el país.
Cómo reducir el riesgo de infecciones
Según los especialistas, los residentes, los empleados y los visitantes deben seguir los mismos pasos básicos para reducir el riesgo de infecciones:
• Lávate las manos a menudo con jabón, durante por lo menos 20 segundos. La Organización Mundial de la Salud ofrece una guía ilustrada (en inglés).
• Usa un desinfectante de manos basado en alcohol (que contenga por lo menos un 60% de alcohol) si el jabón no está disponible.
• Evita tocarte los ojos, la nariz y la boca.
• Evita el contacto cercano con los enfermos.
• Permanece en tu propio hogar si estás enfermo.
• Cúbrete con un pañuelo desechable si toses o estornudas, y tira el pañuelo en un basurero.
• Limpia y desinfecta superficies como picaportes y controles remotos de televisores con toallitas de alcohol o de lejía.
“La triste realidad es que para los adultos mayores, la COVID-19 es casi una máquina asesina perfecta”, dijo Parkinson a CNN. “En nuestros establecimientos, la edad promedio es de 84 años y todos los residentes tienen trastornos médicos subyacentes. Por eso, cuando se combinan esos factores, estamos lidiando con lo que quizás podría ser el mayor desafío que hemos enfrentado”.
El Gobierno además dispuso que los funcionarios de los hogares de ancianos cancelaran todas las actividades en grupo y las comidas en los comedores comunitarios. Según un comunicado de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), a los residentes y al personal se les están haciendo exámenes de detección “activamente” para determinar si tienen fiebre o problemas respiratorios, a pesar de que el documento no definió lo que significa activamente, en términos de con qué frecuencia.
Las autoridades federales hicieron la misma recomendación para los centros de vivienda asistida, donde las personas mayores que necesitan menos cuidados viven en espacios reducidos. Las comunidades de vivienda asistida, vida independiente y cuidados continuos están principalmente bajo la supervisión de cada estado debido a que no reciben fondos federales para pagar sus gastos.
Un destacado defensor de los derechos de los adultos mayores dijo que le preocupaba que las pautas gubernamentales privaran a los residentes de los hogares de ancianos de un apoyo importante.
“Nos preocupa profundamente que los residentes estén separados de sus seres queridos, y viceversa”, escribió en un mensaje electrónico Richard J. Mollot, director ejecutivo de la Long Term Care Community Coalition en la ciudad de Nueva York.
“Sabemos que además de brindar compañía, cariño y una cara conocida, las familias aportan un control vital y con frecuencia un cuidado esencial”, escribió Mollot. Instó a aquellos preocupados por la medida de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid a escribir a sus senadores y representantes.
La cantidad de muertes por coronavirus que reportan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) del Gobierno federal ha superado la cifra oficial de 2,403 muertes en el ataque de Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941. Las agencias de salud de estados y condados ya están reportando más de 3,000 muertes, más que la cantidad de personas que murieron inicialmente en los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.
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