Vida Sana
Phil D'Eramo tenía la costumbre de llamar por teléfono a sus padres cuatro o cinco veces al día, a fin de asegurarse de que tomaran sus medicamentos. Como hijo único residente en el norte del estado de Nueva York, D'Eramo estaba preocupado, en particular por su padre de 89 años, enfermo de Alzheimer. ¿Estaban comiendo lo suficiente sus padres? ¿Cada oportunidad que su papá salía a dar un corto paseo en automóvil, volvía bien?
Lo interesante es que ahora D'Eramo ha encontrado la tranquilidad en un moderno sistema llamado Lively. Éste cuenta con seis sensores que D'Eramo ha instalado en los pastilleros de sus padres, el refrigerador, el microondas, la puerta del baño y el llavero de su papá.
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Ahora, se conecta a un sitio web por medio de un enlace de telefonía celular para supervisar sus actividades y monitorear sus medicamentos remotamente. Está en condiciones de saber la cantidad de veces que su mamá abre la puerta del refrigerador y cuándo su papá entra al baño o sale de la casa. Si sucede algo fuera de lo común, la empresa puede alertarlo por medio de un mensaje de texto, un correo electrónico o una llamada telefónica.
“Gracias a esta nueva tecnología, me siento emocionalmente confiado y seguro de que mis padres podrán prolongar la permanencia en su hogar”, afirma D'Eramo, de 44 años, vendedor en una imprenta.
Una impresionante serie de tecnologías ofrece la confianza que necesita la gente de la tercera edad en cuanto a su capacidad de vivir sola. Asimismo, contribuyen a que muchas familias eviten la difícil decisión de sacar de su hogar al papá y la mamá para llevarlos a vivir a un asilo de ancianos. Tecnologías “inteligentes”, como sensores, activación por voz, GPS, Bluetooth, conectividad por telefonía celular, aplicaciones de monitoreo de los teléfonos inteligentes y computadoras hoy permiten que sea posible envejecer en el hogar.
“La tecnología me está permitiendo vivir solo lo más que se pueda; me gustaría morir aquí mismo, en mi condominio”, dice Phyllis Bek-gran, de Venice, Florida, quien cumplirá 90 años este mes.
Hay dispositivos que permiten monitorear los medicamentos, realizar un seguimiento de la deambulación de un enfermo de Alzheimer, detectar toda actividad —o inactividad— en la casa, como las caídas, y suministrar información de salud en tiempo real. Por medio de PERS (sistemas personales de respuesta en caso de emergencias) que son móviles y se activan al clic de un botón, y de sistemas de seguimiento de ubicación basados en GPS, puedes monitorear a tus padres o amigos de la tercera edad que vivan en su casa o mientras realizan alguna actividad.
“Hemos entrado a la era de la microtecnología más capacitada y de bajo costo, que permite ofrecer cuidados “inteligentes”, y así obtener mayor independencia”, asegura Laurie Orlov, analista de tecnologías aplicadas al envejecimiento en el hogar. Hoy en día, es una industria con una facturación de $2,000 millones ($2 billion), que —de acuerdo con los cálculos de Orlov— se incrementará hasta alcanzar los $30,000 millones ($30 billion) para el año 2020.
Katy Fike, ingeniera y gerontóloga, se ha reunido con “más de mil empresarios de todo el mundo” desde que cofundó Aging2.0, hace menos de dos años. Esta empresa con sede en San Francisco brinda asesoramiento a empresas nuevas en las áreas relacionadas con la tercera edad y el envejecimiento. Fike habla de la existencia de una gran cantidad de —lo que ella denomina— tecnologías de “independencia conectada”, entre las que se incluyen sensores de actividad que les dan a los hijos una idea de las actividades diarias que realizan sus padres. Además, herramientas que permiten a los cuidadores familiares participar, en forma remota, en una visita médica.
Bek-gran es parte de ese 40% de adultos estadounidenses de 85 años o más que viven solos (como lo hace la tercera parte de aquellos que tienen 65 años o más). Con más de cuatro de cada diez estadounidenses adultos encargados del cuidado de otro adulto o de un menor con serios problemas de salud, y con cinco o siete millones de cuidadores a larga distancia, el potencial mercado tecnológico es grande.
Solamente esperen el aluvión de boomers que necesitarán de cuidados.
“El estigma de los dispositivos” también está desapareciendo. En algunos casos, los dispositivos de rastreo se están convirtiendo en algo genial. Un niño podría tener un reloj de pulsera con GPS que lo mantenga vigilado en el centro comercial, en tanto que los adultos exhiben orgullosamente sus muñequeras para el control de actividades, con las que hacen el seguimiento de sus ejercicios y de su régimen alimentario. Entonces, ¿qué problema hay con que el abuelo use un reloj o un colgante con GPS si es propenso a deambular o a caerse? Hasta el momento, el gobierno y las compañías aseguradoras han puesto obstáculos a la hora de pagar por algunos de estos dispositivos. “Si bien Medicaid quizá reembolse los gastos de algunas tecnologías para envejecer en el hogar, Medicare, desafortunadamente, no lo hace”, explica Majd Alwan, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro Leading Age Center for Aging Services Technologies (Centro Líder de la Tercera Edad para las Tecnologías aplicadas a los Servicios en la Vejez).
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