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¿Qué dice la grasa corporal de ti y de tus enfermedades?

Más que una preocupación estética, se pueden desarrollar enfermedades metabólicas.


spinner image Mujer agarrando sus rollitos del abdomen
Istock

Nunca olvidaré algunas de esas pesadas bromas de mi época de estudiante de medicina. Una de ellas se refería al conocimiento empírico de que la distribución de grasa del ser humano es hereditaria. Según la broma, al enamorar a una chica, uno debía observar a su madre porque el cuerpo de esta era el que iba a tener la novia en el futuro. En otras palabras, lo que esa cruel broma trataba de explicar era que la distribución de grasa es hereditaria.

En realidad, ese es un hecho que podemos ver en nuestra propia familia, cuando vemos que la distribución de la grasa corporal —es decir, de la forma del cuerpo— es un rasgo que corre en los miembros de la familia. Es igual a cuando observamos que ciertas características físicas, como el color de ojos, la forma de la nariz o la talla, están presentes al azar en varios miembros de la familia.

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Esto responde la pregunta que nos hacemos del por qué algunas personas tienen la grasa corporal distribuida uniformemente en todo el cuerpo, mientras que otras la tienen en el vientre, en las nalgas, caderas, en los brazos o en la parte alta del cuerpo. Esas variaciones tienen que ver con el lugar en que se deposita el tejido adiposo en el cuerpo.

Ese es el nombre que se le da a la grasa corporal y que está compuesta por miles de millones de células llamadas adipocitos. Un hecho interesante es que la cantidad de adipocitos es constante durante la vida adulta de un individuo, pero ese número se determina durante la infancia. En otras palabras, el tipo de alimentación, la actividad física y la herencia influyen en el número de células de grasa que se forman en nuestra infancia. Ese número permanece constante durante el resto de nuestras vidas, no importa si ganamos o perdemos peso.

Cuando subimos de peso no se incrementa el número de células de grasa, sino que las células individuales acumulan mayor cantidad de grasa, por lo que aumenta el volumen y provoca el sobrepeso. Se calcula también que entre el 8 y 10% de células de grasa mueren cada año, pero son reemplazadas al mismo ritmo por células nuevas.

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La grasa corporal se distribuye en dos lugares, debajo de la piel, en el llamado tejido subcutáneo, o entre las vísceras del abdomen y alrededor del corazón (ectópica). La primera explica el sobrepeso y obesidad simétrica, la segunda se relaciona con el gran tamaño del vientre de algunas personas, que significa el riesgo a desarrollar cáncer, enfermedades del hígado, corazón y diabetes.

Como había mencionado anteriormente, la distribución de grasa se atribuía a una característica hereditaria, y en el 2017 se descubrieron los genes responsables de esa variación humana en la distribución de grasa.

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Investigadores norteamericanos demostraron que existen siete regiones genéticas que explican del 36 al 47% de la variación en la distribución hereditaria de grasa en los seres humanos. Los científicos enfatizaron que la presencia de esos genes no está relacionada a grupos étnicos humanos específicos, sino que son más bien características básicas de un ser humano.

El descubrimiento de esos genes permitirá conducir investigaciones encaminadas a conocer su mecanismo íntimo de funcionamiento y averiguar, por ejemplo, cómo responden a diferentes cantidades y tipos de alimentos. En otras palabras, en el futuro será posible determinar los factores que hacen que se activen o desactiven los genes encargados del depósito de la grasa visceral. Esto permitirá disminuir el riesgo de desarrollar las llamadas enfermedades asociadas al síndrome metabólico.

El síndrome metabólico es una condición relativamente común en el ser humano y está asociado al desarrollo de enfermedades del corazón y derrames cerebrales. Aparte de tener presión arterial elevada, disminución del colesterol bueno (HDL), cifras elevadas de triglicéridos (un tipo de grasa de la sangre) y azúcar en la sangre, la persona que sufre del síndrome metabólico se caracteriza por tener un vientre muy prominente debido a la acumulación de grasa entre las vísceras abdominales.

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Entonces, la distribución de la grasa corporal no es solamente un asunto de interés estético, sino que constituye un riesgo de desarrollar y sufrir enfermedades metabólicas.

Si bien es cierto que la acumulación de grasa en el tejido subcutáneo determina el grado de sobrepeso y obesidad de una persona, la acumulación de grasa en el vientre y alrededor del corazón apunta al riesgo de desarrollar enfermedades del corazón y derrames cerebrales.

En vista de las modernas investigaciones genéticas, muchas personas se sentirán desalentadas al saber que la acumulación de grasa en el abdomen es un asunto genético que no podemos cambiar. Sin embargo, esa no es una razón poderosa para dejar de tomar acción y disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón asociadas al síndrome metabólico y los derrames cerebrales.

Iniciar un programa de alimentación saludable —que incluya comer todo tipo de alimento en porciones pequeñas— practicar 30 minutos de actividad física diaria, no fumar cigarrillos, controlar la presión arterial, la diabetes, el colesterol elevado y tener un médico de cabecera para hacerse un examen preventivo anual, pueden disminuir significativamente nuestro riesgo de desarrollar alguna enfermedad metabólica. 

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