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Auge y caída de la generación de entusiastas del entrenamiento físico

Los alguna vez musculosos confrontan la imagen rolliza que se refleja en el espejo.


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Jane Fonda
Harry Langdon/Getty Images

La verdad es que comenzamos con mucho ánimo. La mayoría de los 76 millones de boomers (aquellos nacidos entre 1946 y 1964) —se dedicaban a lanzar discos voladores, levantar pesas y ejercitarse hasta sentir ardor en los músculos— era la personificación de la salud y el entrenamiento físico. Era posible alcanzar la perfección física: ¿qué más podría explicar el hecho de que Bo Derek y Brad Pitt fueran producto de una misma generación?

"Los 'baby boomers' estuvieron al frente de una revolución de entrenamiento físico sin precedentes, hacia una especie de época de oro de la salud", dice el doctor Kenneth H. Cooper, cuyo libro de gran éxito de ventas, Aerobics, en 1968 puso en el mapa al ejercicio moderno. En 1968, menos de un 24% de personas adultas estadounidenses se ejercitaban con regularidad; en 1984, el porcentaje había aumentado a un 59%. Los niveles de colesterol bajaron, al igual que la presión arterial. Los fallecimientos relacionados a las enfermedades cardíacas se redujeron un 48%. Y, debido en gran medida al carisma de los boomers, la expectativa de vida promedio subió de 69.7 años para aquellos nacidos en 1960 a 75.4 años para los nacidos en 1990, un aumento astronómico.

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¿Por qué fue especial nuestro sudor? No es solo que deseábamos tener traseros firmes, disfrutar de mejor salud y eterna juventud. (Por supuesto los deseábamos tener, pero eso ha sido cierto desde antes de que Espartaco nos estremeciera mientras hacía cuclillas). Es que del entrenamiento físico formamos una motivación personal. "Nuestras rutinas de ejercicios se convirtieron en una especie de autoexpresión y medalla de honor", dice Kathy Smith, de 62 años, instructora de acondicionamiento físico cuyas exitosas rutinas de ejercicios abarcan desde las rutinas de baile inspiradas por la música disco hasta las rutinas de intensos ejercicios cardiovasculares.

Aunque de hecho, inicialmente los boomers no se sintieron presionados a ejercitarse por razones de bienestar personal: fue por el desconcierto acerca del decreciente estado físico de los niños de la nación. Cuando investigaciones realizadas en los años 1950 en New York University indicaron que el estado físico de la juventud estadounidense era considerablemente inferior al de sus homólogos europeos, el gobierno federal entró en acción, menciona Ed Thomas, historiador del entrenamiento físico y exinstructor de la U.S. Army Physical Fitness School (Escuela de Entrenamiento Físico del Ejército de Estados Unidos). El presidente Dwight Eisenhower se preocupaba. John F. Kennedy escribió un artículo de portada para la revista Sports Illustrated titulado "The Soft American" (El estadounidense blando). En 1966 Lyndon Johnson estableció el primero de los Presidential Physical Fitness Awards (Premios Presidenciales de Entrenamiento Físico), todo en nombre del estado físico nacional.

La generación de los boomers llevó ese fervor patriótico más allá, haciendo del ejercicio no solo una actividad física, sino también una expresión de la cultura popular. Gidget, Moondoggie y los Beach Boys popularizaron el surf. El gimnasio Gold's Gym abrió sus puertas en California en 1965 y la playa Muscle Beach se volvió el territorio de los famosos musculares, sobre todo Arnold Schwarzenegger. Correr se convirtió en la nueva religión, impulsado por la medalla de oro que se ganó Frank Shorter en la maratón de los Juegos Olímpicos de 1972. En Estados Unidos en 1968, unas 100,000 personas corrían al aire libre. Solo 10 años después, unas 27 millones lo hacían.

El ejercicio se convirtió en un ámbito social, digno de una generación en sus años reproductivos. Aunque por muchos años habían existido gimnasios dedicados a deportes específicos, tales como los clubes de raquetas o piscinas, los años 1970 dieron inicio a los "gimnasios de salud" con todo incluido, donde los chicos y chicas podían conocer a otros con atractivos cuerpos en forma —además de tomarse batidos y ejercitarse hasta ruborizarse—. La influencia del entrenamiento físico se hizo notar rápidamente en el mundo de la moda, con las mallas y tejidos de fibra LYCRA® ya no vistos solo en los gimnasios, sino en la pista de baile de Studio 54. (¿Te acuerdas de los calentadores?).

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El enorme interés de los medios de comunicación ayudó a que se difundieran todas estas tendencias rápidamente, dice Len Kravitz, investigador gimnástico en la University of New Mexico. "La cobertura de personas que estaban combinando el baile, la música y el ejercicio —tales como Jacki Sorensen, Jane Fonda y Richard Simmons— verdaderamente estimuló el interés del público".

Y entonces llegó lo que según Kravitz realmente lo cambió todo: el vídeo de entrenamiento, protagonizado por los movimientos famosos ("siente el ardor") de Fonda, con sus calentadores. "Esto significó que ya no era necesario participar en una clase o hacerse miembro de un club", explica él. "Verdaderamente cambió el panorama del acondicionamiento físico".

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En 1987 —la cumbre de la época de oro de nuestros abdominales— un 69% de adultos estadounidenses se ejercitaba con regularidad. Muchos boomers se dedicaron a carreras en el ámbito del entrenamiento físico y se hicieron entrenadores personales. Otros emplearon sus rutinas de ejercicios para cambiar el mundo, siendo los primeros en organizar paseos en bicicleta en apoyo de la lucha contra el SIDA y caminatas contra el cáncer de mama, en los que recaudaron millones para causas nobles.

Entonces sucedió algo extraño. Los boomers, antes la generación más dinámica, cambiaron de estar en forma a estar fofos. Pero no lo des por sentado solo porque yo lo diga. La revista JAMA Internal Medicine recientemente reveló que los boomers son mucho más propensos a padecer de diabetes o presión arterial alta y su estado físico es mucho más inferior al de sus padres a la misma edad. En la actualidad solo un 35% de los boomers se ejercita con regularidad; un 52% no tiene ninguna rutina.

¿Qué sucedió? Algunos culpan a nuestra nación de comida rápida, con sus porciones gigantescas. Kravitz señala al crecimiento de la tecnología personal, que nos anima a sentarnos y juguetear con pequeños aparatos. "El ejercicio exige hacer un esfuerzo, dedicarle tiempo y energía", dice él. "En nuestra sociedad podemos trabajar, jugar, entretenernos y comunicarnos —todo mientras permanecemos sentados en la misma silla—".

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Naturalmente, los boomers piensan que son más activos de lo que realmente son. Según un nuevo estudio publicado en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise, las personas sobrestiman el tiempo que pasan ejercitándose por casi una hora por semana, mientras que subestiman las horas que pasan sentados por casi dos horas a la semana.

Y entonces tenemos a esos irrefutables resultados de la mediana edad. "En 1990 los primeros boomers estaban entrando ininterrumpidamente en sus 40 años de edad", dice Smith. "Es una etapa de la vida en la que la mayoría de las personas está muy ocupada: con los hijos, carreras, responsabilidades financieras, quizás hasta con padres de edad avanzada".

Y, por supuesto, nuestros propios cuerpos se estaban —y siguen— envejeciendo. El metabolismo se vuelve más lento; los músculos se atrofian. Suceden cosas. En la última década se han duplicado las cirugías de reemplazo de rodilla y entre los del grupo de edades de 45 a 64 años se han triplicado, debido a la creciente tasa de obesidad y la falta de inclinación por parte de algunos boomers a dejar sus rutinas de ejercicio preferidas. "Es un ajuste muy grande darte cuenta de que ya no puedes ejercitarte como antes", dice Cedric X. Bryant, director científico del American Council on Exercise (ACE, Consejo Estadounidense sobre el Ejercicio). Es cierto. Volver a ejercitarse poco a poco con caminatas sencillas y unas cuantas flexiones parece ser algo tan... patético.

Y mientras muchos boomers probablemente encuentren la forma de mantenerse en forma, teniendo en cuenta las indicaciones del médico, lo que verdaderamente necesitamos hacer es volver a descubrir uno de los primeros principios del acondicionamiento físico, lo que millones de nosotros aprendimos de los aros hula-hula, patines y Solid Gold: se supone que sea divertido. No necesitamos que el cirujano general nos informe lo que ya aprendimos de James Brown: "Levántate", cantaba el difunto y maravilloso padrino de la música soul. "Y baila hasta que te sientas mejor".

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