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Palabras que salvaron su vida

Un relato verdadero y extraordinario del poder de tener la información correcta en el momento adecuado.

David Reid sonríe.

Patricia Mahoney

"Recordé un artículo que había leído en 'AARP The Magazine'. Se llamaba 'Cómo sobrevivir a su primer ataque cardiaco' ", dijo David Reid, de 70 años, de Ann Arbor, Michigan.

In English | Un lunes de agosto hace un par de años, comencé a sentir una sensación de ardor por debajo del esternón. Había estado teniendo dolor en el pecho y me iban a hacer una prueba de esfuerzo al día siguiente, pero el ardor era más abajo del corazón, y por eso no me preocupaba demasiado. Pensé que sería una indigestión.

Me tomé un antiácido, pero el dolor empeoró. Después de una media hora, me acordé de un artículo que había leído en AARP The Magazine. Se llamaba “Cómo sobrevivir a tu primer ataque cardíaco” y enfatizaba que la manera en la que respondes a los síntomas durante los primeros minutos puede establecer la diferencia entre la vida y la muerte.

El artículo decía que no se deben pasar por alto los síntomas menos frecuentes de problemas del corazón, como dolor por encima del ombligo. También decía que no debes conducir tú mismo al hospital. Si piensas que podrías estar teniendo un ataque al corazón, debes pedir una ambulancia y que el personal de primeros auxilios te lleve, para que puedan comenzar el tratamiento enseguida y llamar por adelantado a la sala de emergencias para avisarle al personal qué deben esperar.

"Yo pienso que tuve mucha suerte por haber leído ese artículo y acordarme de él".

– David Reid

Yo tiendo a ser introvertido y no me gusta mucho ser el centro de atención. No me encantaba la idea de que una ambulancia y una camilla aparecieran en mi casa. Pero gracias a ese artículo, no me importó. Mi esposa estaba leyendo en el sillón reclinable, y le dije: “Querida, estoy teniendo dolor en el pecho. Voy a llamar al 911”. Llegó el personal de primeros auxilios, y mientras me sacaban de la casa en camilla, todos los vecinos salieron a ver qué pasaba. Yo simplemente sonreí y los saludé con la mano. Pensaron que era chistoso.

Cuando la ambulancia llegó al hospital, tenían listo un espacio de recepción y me estaban esperando. El personal médico inmediatamente entró en acción para confirmar el diagnóstico y correr —y quiero decir, correr— para llevarme al laboratorio de cateterismo para que me colocaran un stent. Al día siguiente, me hicieron un ecocardiograma y no encontraron ningún daño perceptible al músculo cardíaco.

Uno de los médicos me dijo que haber llamado al 911 de inmediato había sido bueno. “Ibas a tener un ataque grave al corazón”, dijo. “Tuviste mucha suerte por haber hecho lo que hiciste”. Sin embargo, yo pienso que tuve mucha suerte por haber leído ese artículo y acordarme de él.

– David Reid, de 70 años, ha sido socio desde 1998


Aprendiendo a manejar – Otra vez

El Curso de Seguridad para Conductores de AARP ayudó a Patricia Mahoney a darse cuenta de que había estado manejando mal.

Francamente, nunca he sido una conductora muy buena. Siempre conducía muy cerca de los demás y la mitad del tiempo no usaba el cinturón de seguridad. Una vez patiné en el hielo y me choqué contra un bus escolar. Luego el chofer del bus me dijo que diera marcha atrás, y lo hice, pero entonces también me choqué contra alguien que se estaba desviando para evitar nuestro accidente. Hasta mi vecina de 89 años, a quien llevo al supermercado todas las semanas, se ponía nerviosa cuando yo conducía. Decía: “¡Cuidado, Patty! Vas demasiado rápido”. 

Las manos de una persona sujetan el volante de un automóvil.

Getty Images

El Curso de Seguridad para Conductores de AARP ha ayudado a mantener la confianza en la carretera desde 1979.

Mi hermana hace poco compró un auto que me deja usar, un Chrysler del 2015. Sospeché que tenía un defecto porque andaba muy rápido. Lo llevamos de vuelta al concesionario para revisarlo, pero el hombre que trabajaba ahí me dijo: “No es el auto. Eres tú”. 

El año pasado, cuando vi que ofrecían gratis el curso AARP Driver Safety en mi centro para adultos mayores, lo tomé principalmente para aprender sobre las nuevas leyes. Sinceramente, no tenía ni idea de que el curso cambiaría por completo mi manera de conducir. Todo lo que nos dijo nuestro instructor voluntario, Doug, me pareció fascinante. Pensé: “¿En serio? ¡He estado conduciendo mal toda la vida!”. 

Nos dijo que debes sentarte a 10 pulgadas de distancia del volante. Yo me sentaba tan atrás en mi auto que ni siquiera alcanzaba el pedal del acelerador por completo con el pie. Se me resbalaba. Nos enseñó un truco para mantener una distancia segura con respecto al automóvil de adelante. Nos mostró cómo colocar los espejos laterales para tener el máximo de visibilidad. Hasta demostró en qué ángulo ubicar los apoyacabezas para evitar un latigazo cervical si sucede un accidente. 

Ahora conduzco de manera completamente distinta. Hasta mi vecina se dio cuenta. Cuando vamos de compras, dice: “Dios mío, Patty, eres tan cautelosa. Es maravilloso”. 

Dependo de poder conducir, y otros dependen de mí. Con la ayuda de AARP, confío en que podré transportarme con seguridad por mucho tiempo.

– Patricia Mahoney, de 64 años, ha sido socia desde el 2017

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En Capitol Hill, en cada capital estatal y en los tribunales de todo el país, luchamos por las leyes y protecciones que los estadounidenses mayores quieren y necesitan.