Vida Sana
Las fotografías que Joseph Rodriguez tomó de Spanish Harlem en los años 80 muestran la cruda realidad de personas que se inyectan drogas, cuerpos desfigurados por el sida, terrenos llenos de basura y las miradas crueles y amenazadoras de pandilleros. Pero en su nuevo libro, Spanish Harlem: El Barrio in the ’80s, el fotógrafo también muestra un Spanish Harlem que pocos podrían imaginarse o creer que existía: niños que se deleitan en el agua que sale a borbotones de un hidrante en un caluroso día de verano; amigos y vecinos sentados afuera compartiendo risas, problemas y chismes; sacerdotes que visitan a adultos mayores y enfermos en sus hogares; padres que abrazan fuertemente a sus hijos; y hombres que disfrutan una partida de dominó.
Rodriguez, quien es puertorriqueño, decidió captar El Barrio más allá de las típicas imágenes. Sus calles y su gente no fueron accesorios para su arte; fueron recuerdos de su propia vida. Rodriguez podía identificarse con muchas personas, desde los niños que jugaban al skelly (un juego neoyorquino con tapones de botella) en la calle hasta los jóvenes que escuchaban sus equipos de sonido, desde el adicto a la heroína hasta el que estuvo en la cárcel. Él había sido todos ellos.
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Este fotógrafo, alto y larguirucho con la voz profunda de un presentador de radio, nació y se crio en una parte de Brooklyn, Nueva York, que se parecía mucho a Spanish Harlem —West Side Story en la vida real—. “Crecí en una casa alocada, con violencia doméstica y mucha furia”, dice. “Entiendo muy bien el sufrimiento”.
“Los fotógrafos tienden a solo mostrar lo horrendo, pero yo quiero darle un equilibrio”, agrega Rodriguez, de 66 años, durante una entrevista reciente en su apartamento en Brooklyn. “Uno no huye de los problemas”, declara. “Vengo de una tradición del documental social, pero humanizo a mis sujetos porque soy un humanista. Fotografié a Peter Rodriguez (sin parentesco), que consumía drogas, pero uno también lo ve bañando a sus hijos pequeños y cuidándolos. Siguen siendo humanos, siguen siendo padres, aman a sus hijos. Entonces esa es la imagen que busco”.
El momento decisivo
Rodriguez, quien tiene dos hijas, recibió elogios gracias a Spanish Harlem, American Scene (1994), su crónica fotográfica de Spanish Harlem en la década de 1980. Las fotos de ese primer libro surgieron de un proyecto que le asignaron cuando estudiaba en el International Center of Photography, e incluso se publicó en la portada de National Geographic en 1990.
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