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'Walking With The Enemy', la importancia de no perder la esperanza

Un joven judío arriesga su vida para proteger a su gente.

Ben Kingsley en una escena de 'Walking With the Enemy'

CORTESÍA LIBERTY STUDIOS

Ben Kingsley en una escena de 'Walking With the Enemy'

Director: Mark Schmidt     
Guión: Kenny Golde
Elenco: Jonas Armstrong (Elek Cohen), Ben Kingsley (Miklós Horthy), Hannah Tointon (Hannah Schoen), Charles Hubbell (Adolf Eichmann), Simon Kunz (Jozsef Greenberg), Simon Dutton (Miklos Schoen), Burn Gorman (Coronel Skorzeny), Shane Taylor (Miklos Horthy, hijo), William Hope (Carl Lutz), Simon Hepworth (Ferenc Szálasi)
Duración: 126 minutos

Competente recreación de una extraordinaria historia basada en hechos reales. Ubicada en Hungría durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, Walking With the Enemy, narra la heroica gesta de un talentoso joven judío, quien haciéndose pasar por un militar nazi, le salva la vida a cientos de sus correligionarios.

 
Para efectos dramáticos, algunos de los detalles y personajes fueron cambiados, empezando por el nombre y las circunstancias del verdadero protagonista, Pinchas Tibor Rosenbaum. En la película, Rosenbaum se llama Elek Cohen y se hace pasar por alemán gracias a sus facciones arias y a su perfecto dominio del idioma. En la vida real, Rosenbaum simplemente le robo el uniforme a un joven miembro de los “Nilasz”, la juventud del partido fascista de la Cruz Flechada (Nyilaskeresztes), colaborador de los nazis. Las licencias poéticas son aprovechadas por Mark Schmidt en su primera incursión en la dirección para añadir suspenso a la historia, aunque los hechos reales parecen más que suficientes.

Rosenbaum era hijo de un rabino de Kleinwardein (en el noreste de Hungría) y a los 18 años ya era un brillante estudioso del Torah. En Walking With the Enemy, su personalidad no es tan intelectual. La primera vez que lo vemos, Elek Cohen (interpretado por el actor irlandés Jonas Armstrong) baila alegremente con una muchacha en un centro nocturno. El año es 1944, pero la asociación de Hungría con Alemania, ha mantenido la guerra a distancia. Esto cambia una vez que Adolf Hitler decide que el regente húngaro, Miklós Horthy (Ben Kingsley), no le demuestra fidelidad absoluta. La realidad es que Horthy (otra gran figura heroica) había comenzado negociaciones secretas con los Aiados para rendirse. Eran los estertores de la guerra y, además de saber que todo estaba perdido, Horthy se había rehusado desde el principio a deportar a la población judía. Para asegurarse de que sus órdenes se cumplan, Hitler manda a Adolf Eichmann, uno de sus más sanguinarios operadores, a encargarse de la ocupación de Hungría. 

Presentando a Horthy como un hombre de carne y hueso, atormentado por las terribles decisiones que debe tomar, Walking with the Enemy logra humanizar y darle un mejor sentido a las excepcionales circunstancias históricas que condenaban a Hungría. Por un lado, los nazis expandiendo el terror en su propio territorio; y por el otro, la igualmente brutal Unión Soviética. Ambas opciones llevaban, para Horthy, la semilla de destrucción. Finalmente, Horthy se decide por los soviéticos y es arrestado por los nazis, quienes en su lugar ponen al líder la Cruz Flechada, Ferenc Szálasi.

Walking with the Enemy hace un buen trabajo de entrelazar ambas líneas —y niveles— argumentales. Si acaso la presentación de la hazaña de Cohen se excede en su tono melodramático y sentimental, se trata de un error que se puede perfectamente adjudicar a la falta de experiencia del director y pasar por alto. Walking with the Enemy, por otro lado, nos presenta a los judíos, a diferencia de la mayoría de las películas sobre la Segunda Guerra Mundial, como víctimas, pero también como personajes fuertes y capaces de engañar y someter al enemigo. Las situaciones de peligro en las que Cohen se encuentra constantemente son angustiantes y bien logradas. Cohen por ejemplo, acude a lugares públicos y se relaciona con otros nazis para descubrir sus planes y arruinárselos. Al mismo tiempo, vestido con el uniforme alemán, reproduce sus actos como sacar a gritos e insultos a familias judías en medio de la noche para después llevarlos a una delegación suiza, llamada “La Casa de Cristal”, donde los protegían. Ahí, Cohen también ayudaba a imprimir salvoconductos falsos para que los judíos pudieran escapar al país neutral que los recibiera.

A pesar del tono excesivamente sentimental que alcanza en algunos momentos, Walking with the Enemy es una película muy edificante que te hace pensar en la necesidad de nunca perder la esperanza. Con todo y sus limitaciones de estilo —y presupuesto— consigue resaltar la importancia que tiene la historia en el individuo y la posibilidad del individuo de influir en la historia.

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