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Rompe tu adicción al gasto

Cómo cambiar tus hábitos para estar libre de deudas y mantenerte así.

Hombre sosteniendo bolsas de compras de diferentes tiendas

Britt Erlanson/Getty Images

In English | Nunca olvidaré el momento en el 2001 cuando, a los 33 años, decidí hacer un recuento de todas las facturas de las tarjetas de crédito que había acumulado. Sabía que debía mucho después de años de gastos excesivos, pero cuando anoté todas mis obligaciones, me sorprendió descubrir que había acumulado una enorme deuda de consumo de $100,000.


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¡Qué llamado de atención a mis finanzas! Me gustaría poder decir que al instante tenía un plan de acción y sabía exactamente qué hacer. Pero no fue así, solo sabía que tenía que empezar a afrontar la deuda de alguna manera. Así que empecé a desafiarme con períodos semanales y luego mensuales sin gastar en compras frívolas. Para mí, eso significó el fin de cosas como salir a comer con frecuencia, tomar vacaciones que no podía pagar y, sobre todo, comprar cosas que no necesitaba, como otro vestido negro.

También empecé a usar efectivo mucho más a menudo que el crédito. Además, tomé cada cheque imprevisto que recibí, incluidos los cheques de reembolso de impuestos sobre la renta, el dinero que me regalaron en los días festivos y las bonificaciones de fin de año de mi trabajo, y los usé para pagar las cuentas de mis tarjetas de crédito.

Tres años después, en el 2004, estaba libre de deudas.

Ya no me estresaba más por el dinero, no vivía de cheque a cheque ni me preocupaba cómo mi deuda afectaba mi calificación crediticia. Incluso escribí un libro, Zero Debt: The Ultimate Guide to Financial Freedom, sobre todas las estrategias que utilicé para controlar mi deuda, y se convirtió en un éxito de ventas del New York Times.

Pero honestamente puedo decir ahora que salir de la deuda no fue nada en comparación con mantenerme libre de deudas.

Es como perder peso. La mayoría de las personas pueden perder peso: come más sano, haz más ejercicio y —¡voilà!— el cuerpo responde en consecuencia. La parte más difícil, como pueden atestiguar muchas personas, es mantener el peso. Eso requiere un cambio serio de estilo de vida.

Esto se logra al gastar sabiamente y mantenerse sin deudas. Lo que es más difícil, he descubierto, es controlar tus gastos y cambiar tu perspectiva a lo que llamo una mentalidad de cero deudas.

Basándome en mis experiencias personales y los conocimientos profesionales que he recopilado durante 15 años trabajando como asesora financiera, ahora me doy cuenta de que el desarrollo de una mentalidad de cero deudas ocurre con el tiempo e incluye cuatro fases.

Las cuatro fases de una mentalidad de cero deudas

Fase 1: Aceptación
El cambio no puede comenzar hasta que reconozcas conscientemente tu problema financiero o de gastos y dejes de ignorar el asunto. Es cuando tienes ese momento inicial de revelación, o incluso el "Oh, Dios mío, ¿qué he hecho?", como hice cuando finalmente calculé la cantidad total que debía.

Fase 2: Compromiso con el cambio
Este es el período en el que muchas personas se sienten extremadamente decididas a cambiar sus vidas financieras y tal vez incluso disgustadas por sus excesos o errores financieros anteriores. Como resultado, las personas en esta fase generalmente se embarcarán en “retos sin gastos”, decidirán cortar sus tarjetas de crédito o dejar de usarlas y, en general, vivirán de una manera mucho más austera.

Fase 3: Fatiga de la frugalidad
De nuevo, al igual que las personas que hacen dieta con frecuencia se cansan de limitar su ingesta de calorías (o de no comer dulces nunca), muchas personas que reducen sus gastos durante largos períodos de tiempo también terminan sintiéndose demasiado restringidas económicamente y pierden su motivación. Por eso la Fase 3 marca un período de transición fundamental cuando las personas a menudo toman uno de los dos caminos: retroceden temporalmente, o incluso abandonan por completo su frugalidad, o desarrollan su pensamiento acerca de lo que significa gastar de manera inteligente y deciden adoptar patrones de gastos realistas que se ajustan a sus objetivos y prioridades únicas.

Fase 4: Iluminación financiera 
Llegas a esta etapa iluminado con el reconocimiento de que gastar inteligentemente no significa estar en un ayuno financiero (lo que puede llevar a una dieta yo-yo), sino más bien gastar según tus objetivos y valores. Hago esto al establecer prioridades financieras y al dejar de lado las cosas sin importancia, y sin preocuparme por lo que otros piensan acerca de mis opciones al gastar; eso incluye en qué elijo gastar dinero (como cuando contrato a alguien de vez en cuando para que me ayude a limpiar y ahorrarme tiempo) y en qué no (no tengo un auto de último modelo, por ejemplo).

La educación de mis hijos, una jubilación segura y los viajes son importantes para mí, pero tener un vehículo nuevo no lo es. Por eso conduje mi último auto durante 16 años. Cuando finalmente dejó de funcionar en diciembre del 2017, esperé varios meses y luego compré un vehículo usado de 6 años por $15,000. Mientras tanto, he dedicado aproximadamente siete veces esa cantidad a la educación universitaria de mis hijos. También estoy aportando el máximo a mis contribuciones anuales del plan 401(k) para ayudar a asegurar una jubilación cómoda y ahorré dinero para una celebración reciente en Europa (relativamente frugal) de mis 50 años.

Sé que nunca volveré a tener una deuda grande de consumo porque soy mucho más consciente del "porqué" detrás de mis gastos, y no me siento tentada tan fácilmente por los mismos escollos financieros que me hicieron tropezar durante mis 20 y 30 años.

El gasto inteligente, ahora creo firmemente, depende de saber cuándo decir que es suficiente y estar perfectamente satisfecho con lo que ya tenemos.

Lynnette Khalfani-Cox es una experta en finanzas personales conocida como la Money Coach y autora de numerosos libros, incluido Zero Debt: The Ultimate Guide to Financial Freedom.