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La forma correcta de ayudar a "despegar" a tus hijos

Sigue estos pasos para ayudar a tus hijos adultos a establecerse por su cuenta.


spinner image Hombre con casco y gafas a punto de ser proyectado por un billete de 100 dólares elástico
C.J. BURTON

Es la nueva rutina de los días de semana en todo Estados Unidos: los niños salen de la casa alrededor de las 7 de la mañana para ir a la escuela. Pero después le sigue una segunda tanda: jóvenes de veinte o treinta y pico de años salen de la casa de sus padres, se suben a autos heredados y se van a trabajar.

¿Qué está pasando? Es simple: un tercio de los adultos de entre 18 y 34 años vive con sus padres, el porcentaje más alto desde la década de 1940, según un informe del Pew Research Center. Entre los jóvenes de alrededor de 25 años que han completado al menos la escuela secundaria, del 50 al 60% dicen que reciben ayuda financiera de los padres, un aumento del 30 al 40% que se veían a mediados de la década de 1980, informa Patrick Wightman, un científico investigador en University of Arizona. Actualmente, los hijos se están apoyando en los padres durante mucho más tiempo que lo que se vio en generaciones anteriores.

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Esto puede ser desconcertante. A su edad, muchos de nosotros no veíamos la hora de irnos de la casa de nuestros padres y declarar nuestra independencia. ¿Es que nosotros, al estar constantemente encima de nuestros hijos, hemos criado una generación de jóvenes mimados que no pueden desenvolverse solos?

No necesariamente. La Gran Recesión redujo los sueldos iniciales. Los milénicos se enfrentan a altos costos de vivienda y educación. La deuda estudiantil promedio, por ejemplo, aumentó más del doble en la última década. "El mundo de hoy no es lo que era cuando nosotros completamos nuestros estudios", dice Ann Helmers, una madre de 60 años que vive cerca de Miami.

Por supuesto que queremos ayudar a que nuestros hijos se establezcan. Cuando se hace bien, la ayuda se traduce en personas con más educación académica y carreras más exitosas. El problema es que esa ayuda puede perjudicar al resto de la familia y poner en peligro nuestra seguridad financiera. También puede darles a nuestros hijos un pase gratis para eludir el trabajo duro y las difíciles elecciones propias de la edad adulta.

Entonces, no se trata de preguntar si es que vamos a ayudar a nuestros hijos a establecerse económicamente: la pregunta es cómo. Puedes utilizar esta guía para ayudar a que tus hijos adultos desplieguen sus alas sin poner en peligro tus finanzas ni tus relaciones.

Exige un plan

Tal vez el nuevo graduado universitario en tu familia consiguió un puesto a nivel de principiante en mercadeo que no le alcanza para cubrir los gastos básicos. O tal vez tu hijo vive contigo y envía currículos entre sesiones maratónicas de Xbox Live. Cualquiera que sea la situación laboral y la ambición de tus hijos, ellos deben crear un plan de objetivos profesionales —y del apoyo que esperan recibir de ti—.

Un ejemplo en el que esto funcionó muy bien: cuando su hijo mayor, Bennett, se graduó de la universidad, Jeffrey Zink, de 63 años, accedió a ayudarlo económicamente pero solo si Bennett, que ahora tiene 26 años, creaba un presupuesto y se ajustaba a él. "Quería que tomara conciencia de que hay ramificaciones financieras que se derivan de cómo y cuándo se gasta el dinero", dice Zink, un consultor de negocios y orador motivacional.

Luego de que Bennett consiguiera un puesto en ventas de publicidad en la ciudad de Nueva York, Jeffrey acordó pagar $300 al mes para contribuir a sus gastos, pero Bennett debía hallar vivienda a un costo asequible y mantenerse dentro del presupuesto. "Si tienes control sobre lo que gastas", dice Jeffrey, "no sufres tanto estrés y puedes ser mucho más productivo y más feliz". Dio buen resultado: Bennett ya no necesita la ayuda de su padre.

El consejo

Sé realista con los presupuestos. Si estás preparando un presupuesto con tu hijo, utiliza tu experiencia para identificar gastos que son fáciles de pasar por alto —como el transporte, por ejemplo— y sugiere áreas en las que se podrían recortar los costos. "Es un aprendizaje", dice Joe Heider, un planificador financiero de Cleveland. Revisa el presupuesto cada varios meses ya que es probable que los ingresos y las situaciones fluctúen, dice Kathleen Hastings, planificadora financiera certificada de FBB Capital Partners en Bethesda, Maryland. 

Entrométete. Si tu hijo sin trabajo está viviendo contigo y tiene la esperanza de conseguir ese puesto soñado, pídele detalles sobre la búsqueda que está haciendo: qué tipos de trabajo está buscando, en qué zonas geográficas buscará y cuántas horas por día dedicará a la búsqueda. Comparte un documento en Google Docs en el que ambos puedan llevar un registro de las actividades de tu hijo. 

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Sé específico y explícito

Cuando Sydney Chernish se graduó de la universidad en el 2009 y quiso mudarse a Los Ángeles por un trabajo, sus padres —Anne, que ahora tiene 69 años, y Bill, que ahora tiene 76— ofrecieron ayudarla al pagar su préstamo estudiantil y algunos costos regulares de salud y bienestar. Eso sería todo, dice Anne, una planificadora financiera en Ithaca, Nueva York. El plan tuvo éxito: Sydney tiene ahora independencia económica y un puesto de subgerente de marca en la ciudad de Nueva York. Durante la transición, "compartí el apartamento, no me tomé vacaciones y casi nunca comía afuera", recuerda.

Cuando Libby Salberg, de 64 años, ayudó a su hija Maya, de 24 años, a comprar una casa en Nashville, redactó un contrato informal. El acuerdo especificaba que Libby cubriría el pago inicial y pagaría la hipoteca y los gastos hasta que Maya se graduara de la universidad y consiguiera trabajo. “Le di un período de gracia de seis meses”, dice Libby, una madre soltera. A Maya le llevó siete meses conseguir un trabajo a tiempo completo, pero ahora paga las cuentas de la casa y la mitad de la hipoteca; su novio le paga alquiler. Todos ganan, dice Libby, quien también vive en Nashville: “Cuando decidí ayudarla a comprar la casa, pensé: podría dejarle dinero cuando me muera o podría ayudarla a comprar la casa ahora y ver cómo la disfruta".

El consejo

Asigna los gastos. Destina tu contribución a gastos específicos; por ejemplo, la cuenta del teléfono o el seguro médico. Evita las sumas globales, dice Anne Chernish, ya que pueden parecer un derecho que tienen tus hijos.

Ponlo por escrito. Define no solo qué gastos pagarás sino también por cuánto tiempo y en qué condiciones. No es necesario que sea un documento legal, simplemente algo para evitar malentendidos. Una excepción: para una compra grande, como por ejemplo una casa, formaliza los detalles sobre la propiedad y el derecho de supervivencia.

Piensa con antelación. Evita la ayuda que podría causar problemas mayores. “Si prestas dinero para comprar una casa que está fuera del alcance de tu hijo”, dice Heider, “te pones en una situación que podría drenar tus recursos a largo plazo”.

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Establece tus límites

Si bien ya has escuchado esto antes, vale la pena repetirlo: la ayuda a tus hijos no debe interferir con tu propio bienestar económico. Esto es especialmente importante porque probablemente estés en una edad en la que tus ingresos están llegando al máximo y podrías estar ahorrando mucho para tu jubilación. Tus hijos estarán agradecidos por tu cautela (con el tiempo). "El mejor regalo que les podemos hacer a nuestros hijos es nuestra propia independencia económica", dice Hastings.

Pero a menudo los cónyuges no están de acuerdo en la ayuda que deberían brindar. Liz Hovey, de 57 años, una instructora universitaria en la ciudad de Nueva York, dice que como ella y su marido tienen raíces familiares distintas, piensa que va a ser difícil decidir cuándo y dónde decir basta con respecto a la ayuda económica que puedan brindarles a sus hijos después de la universidad.

Hovey tuvo un anticipo del problema el año pasado, cuando la hija de la pareja no cumplió su promesa de trabajar durante el verano. "Es difícil que mi marido y yo nos pongamos de acuerdo en cómo imponer las consecuencias", admite.

Las cosas pueden ser particularmente difíciles en las familias combinadas, donde hay una madre o un padre biológico y un padrastro o una madrastra que pueden sentir distintos niveles de responsabilidad con respecto a un mismo hijo.

El consejo

Confía en tu intuición. Sí, puedes revisar tus finanzas (prueba la calculadora para la jubilación de AARP). Pero hay formas más simples de saber si te estás excediendo en tu generosidad. ¿Tu deuda con las tarjetas de crédito está aumentando? ¿Te molesta el nivel de vida de tu hijo? Esa molestia es una señal, dice Brad Klontz, quien enseña psicología financiera en Creighton University.

Crea un frente unido. Sé abierto con tu pareja (o tu ex) sobre cuánto quieres dar. Como a menudo eso está influenciado por cómo fue tu crianza, dice Klontz, explica de qué manera tus padres manejaron este tema. Encuentra puntos en común y promete que nunca le darás dinero en secreto a un hijo adulto. 

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Prepárate para los problemas

Las cosas suceden: un trabajo no resulta o la boda de un amigo en otra ciudad sobrepasa el presupuesto. Tendrás que usar tu criterio y decidir cuánta flexibilidad quieres tener.

A veces no hay ninguna. Pocos años atrás, Louis Barajas, de 56 años, un planificador financiero certificado del sur de California, le dio a su hija —de 23 años en ese momento— un préstamo de $1,000 sin interés para que cancelara la deuda de sus tarjetas de crédito con tasas de interés altas. La condición que puso fue que ella debía devolverle un mínimo de $100 por mes. "Hubo veces en que no le fue fácil pagarme, y dejé que estuviera incómoda", dice. Luego de que ella cancelara la deuda —en siete meses— Barajas le devolvió el dinero como un regalo y a modo de recompensa. "El punto es que aprendió la disciplina de pagarme", dice.

Otras situaciones requieren más flexibilidad. Cuando hospitalizaron a la nieta de Hastings con neumonía el año pasado —con riesgo de daño pulmonar permanente si sufría una recaída— Hastings y su esposo ofrecieron pagar una niñera que cuidara de la niña durante seis meses para que los padres pudieran ir a trabajar sin tener que preocuparse por enviarla otra vez a la guardería. 

El consejo

Haz cumplir las reglas. ¿Le estás prestando dinero a tu hijo para que, por ejemplo, se compre una casa o un auto? Insiste en que pague el préstamo tal como se acordó (preferiblemente por escrito) o sufra las consecuencias. Cuando Hastings les prestó dinero a su hija y a su yerno para comprar una casa, utilizó una institución hipotecaria que ayuda a que los familiares se presten dinero entre ellos.

Considera excepciones a las reglas. No abras tu bolsillo cada vez que veas que tu hijo se queda sin dinero. Pero las emergencias, en particular las de salud, pueden ser excepciones legítimas. Solo cuídate de los pedidos de ayuda que dejan de ser emergencias y se convierten en costumbre.

Considera suspender la ayuda. No importa qué tan pequeña sea la ayuda que le das a tu hijo adulto, Klontz aconseja revaluar el apoyo si ves que no hay un avance. Señales de peligro: tu hijo continúa esperando el trabajo perfecto, pasa por una serie de empleos donde "mi jefe no me aprecia" o colecciona maestrías como si fueran credenciales de mérito.

Ayuda sin dinero

Para brindar ayuda no es necesario desembolsar dinero. Tú tienes recursos y acceso a ofertas que tus hijos no tienen.

Paradójicamente, por mucho que quieras que tus hijos se vayan, dejarlos vivir en tu casa puede ayudar a que despeguen si lo manejas bien. Ann Helmers y su esposo, Terry, de 64 años, dejaron que sus dos hijos continuaran viviendo con ellos después de graduarse de la universidad. Se quedaron sin pagar nada, dice Ann, una directora de servicios de orientación profesional en University of Miami, "pero ese fue el límite que consideramos apropiado". Barajas, por el contrario, sugiere cobrar renta. "Cuando los hijos se van”, dice, “puedes devolverles el dinero para ayudarlos a establecerse”.

El consejo

Acepta la incomodidad. Para darle a tu hijo un incentivo para que se vaya, pídele que contribuya al mantenimiento del hogar, ya sea con dinero proveniente de un trabajo no tan soñado o con tareas domésticas. Para aumentar la motivación, pon un freno a los gastos en comodidades como cenas y membresías en gimnasios, dice la planificadora financiera Anne Chernish.

Aprovecha los descuentos por paquetes. Permite que tu hijo compre servicios a través de ti para que obtenga un precio mejor que el que podría obtener por su cuenta: un plan de teléfono celular, por ejemplo, o seguro médico si tiene menos de 26 años. Los Helmers dejaron que sus hijos continuaran en su póliza de seguro de automóvil si ellos pagaban su parte de la prima. "El descuento fue considerable para ellos", comenta Ann. 

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