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Fortalece tu resistencia financiera

Julie Stav te enseña 4 pasos prácticos para lograrlo.

Signo de dólar con piernas y brazos levantando una barra con pesas - Resistencia financiera

Istock

Aprender a vivir con menos de lo que se gana es uno de los secretos.

Uno de los inversionistas más exitosos del mundo, Warren Buffet, suele decir que “cuando baja la marea es cuando se descubre quién ha estado nadando sin traje de baño”.

Esas sabias palabras se aplican a nuestra habilidad de recuperarnos de los inevitables baches económicos que se nos presentan por el camino, bien sea perder un empleo o enfrentarnos a una enfermedad, un divorcio o la pérdida de nuestra pareja. ¿Hemos tenido la precaución de tener planes alternativos? ¿O estamos nadando sin traje de baño?

Usa estas cuatro estrategias para reforzar tu resistencia financiera:

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1. Crea una fuente de emergencia

Al igual que guardamos nuestra ropa interior en la gaveta de arriba del armario porque la tenemos más accesible, todos necesitamos tener a mano una cantidad de dinero “por si…” Por si se rompe el auto, por si hay que reparar el techo de la casa, por si….. ¡un millón de cosas! Para eso se crearon las cuentas de ahorros, para el dinero que no queremos ni comprometer a largo plazo ni arriesgar en inversiones con volatilidad. Suma todos tus gastos mensuales y trata de acumular una cantidad que te cubra de tres a seis meses en caso de que pierdas el trabajo.

2. Limita el uso del crédito

Tal vez te sea fácil hacer los pagos mínimos requeridos por tus tarjetas de crédito ahora que todo funciona como lo has planeado o añorado. Pero, ¿qué pasa si por un motivo inesperado no puedes cumplir con tus obligaciones de pago? Suma el total que tienes que pagar al mes a tarjetas de crédito, préstamo de automóvil y, si tienes una línea de crédito sobre tu casa además de tu hipoteca, añade ese pago también. Divide ese total entre tu ingreso mensual neto, o sea, después de restar todos los impuestos.

Por ejemplo, si tus pagos mensuales suman $350 y traes a casa $2,500 al mes, el resultado es .14 o 14%. Se considera que una proporción de gastos sobre ingresos de menos de un 10% es la más adecuada. Si el resultado es entre 11% y 15%, tendrás menos flexibilidad en cumplir con tus obligaciones en caso de dificultades económicas. Cuando un núcleo familiar llega a tener una proporción de 16% a 20%, se considera que está en peligro de sufrir graves consecuencias durante tiempos difíciles. Un grado de más de un 20% es realmente alarmante y necesitas consultar a un asesor de crédito para que te ayude a reducirlo. Puedes acudir a la red de la Fundación Nacional para el Asesoramiento Crediticio, (NFCC, por sus siglas en inglés).

3. Vive por debajo de tu nivel

Si al sumar tus entradas y restarle tus gastos mensuales ves que no te está alcanzando lo que ganas o no te sobra nada, es hora de tomar medidas para reducir tus gastos. ¿Cuántos canales de televisión realmente necesitas? ¿Tienes el plan adecuado de teléfono celular o podrías usar otro más económico? ¿Estás tomando ventaja de los cupones que te ahorran dinero en comestibles y demás necesidades hogareñas? ¿Cuántos cobros de cajeras automáticas estás pagando cada mes cuando puedes ir a tu banco o sacar más dinero cada vez que vayas para eliminar o reducir esa cantidad? ¿Cuánto interés estás pagando en tus tarjetas de crédito? Si has estado a tiempo en tus pagos, ¿sabías que puedes llamarlos para pedir que te reduzcan la tasa de interés? Haz que cada centavo que pase por tus manos cuente.

4. Invierte en ti

¿Tienes interés en aprender algo nuevo? Tal vez te gustaría diseñar sitios de internet o saber cómo se usa el código de computación. ¿Qué tal si aprendes contabilidad o cómo editar videos digitales? Existen muchas maneras de extender tu capital humano y si comienzas a aprender algo que puedas monetizar en un futuro, tendrás una nueva alternativa para ganarte la vida y seguir progresando. Quién sabe, sin darte cuenta, podrías descubrir lo que en realidad te apasiona. Usa el buscador en tu computadora para ver qué clases se ofrecen en línea —muchas de ellas gratis— en las que te puedes matricular y asistir cuando más te convenga.

Es saludable que siempre esperemos lo mejor, pero nuestra habilidad y voluntad de adaptarnos a los cambios constantes que existen en la economía a nuestro alrededor representan un barómetro que mide nuestra capacidad de ser felices y sentirnos económicamente seguros.