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Nora Comstock

Fundadora, Las Comadres para Las Américas.


En el 2000, fundé una organización llamada Las Comadres Para Las Américas (en inglés), un grupo informal basado en internet que se reúne mensualmente en muchas ciudades en EE.UU. para desarrollar conexiones y construir comunidades con otras latinas. Lo que comenzó hace 18 años como un puñado de mujeres en Austin, Texas, se ha convertido en una red de 20,000 latinas en más de 100 ciudades en todo el país, en Puerto Rico y en Canadá. Las Comadres da autonomía a las latinas para celebrar su cultura, avanzar en sus carreras, postularse como candidatas y mejorar nuestras comunidades de otras maneras.

El problema que estoy intentando solucionar

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La población latina de este país está en auge, y casi 58 millones de latinos viven en Estados Unidos. Por ejemplo, en mi propia ciudad, Austin, Texas, los latinos representan el 38% de la comunidad. Sin embargo, muy pocos de nosotros formamos parte de las altas esferas de la gerencia empresarial, el Gobierno y las organizaciones cívicas, en particular las mujeres. Mi meta es romper las barreras que frenan a muchas latinas. Mi labor es asegurarme de que más latinas pertenezcan a juntas directivas, se postulen como candidatas, lancen empresas, publiquen libros y, en general, sigan apoyándose y desafiándose mutuamente. A medida que nuestro entorno político se vuelve más divisivo, organizaciones como Las Comadres necesitan tener más iniciativas para fomentar la inclusión y la colaboración, celebrar la cultura y seguir concentrándose en brindar educación y oportunidades a todos. Como latinas, aprendimos a cuidar a otros pero no a nosotras mismas. Les digo a las comadres que el mejor regalo que pueden dar a su familia es cuidar de sí mismas. Esto comienza con encontrar tiempo para ser saludables, desarrollar buenas conexiones y seguir sus sueños.

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El momento que despertó mi pasión por este proyecto

En 1982, estudiaba en la University of Texas en Austin, para mi doctorado en Administración Educativa. Era muy consciente de que mis raíces culturales se me escurrían de las manos y de que estaba a punto de perder mi identidad cultural. Sentí un deseo profundo de conectarme en un nivel muy personal con otras latinas de la comunidad para desarrollar y mantener mi patrimonio cultural. Pero cuando intenté llegar a la comunidad latina en el este de Austin, me ignoraron. No querían tener nada que ver conmigo porque yo no había nacido allí. Seguí intentando —me uní a algunas de sus organizaciones locales y asistí a eventos— pero la gente pasaba enfrente mío como si no existiera. A la larga, insistí lo suficiente para lograr que cambiaran. Pero tenía la sensación molesta de que yo no era la única latina que sentía esa falta de conexiones. Veinte años después, en el 2002, me entrevistaron sobre mis experiencias para un periódico local, Austin American Statesman. Mencioné que estaba intentando crear un club local para mujeres, para unir a las latinas una por una. El periódico compartió mi dirección de correo electrónico y en menos de 72 horas, 500 mujeres me habían escrito. Las invité a todas a un evento informal en mi hogar, y 140 de ellas asistieron. Después de eso, el grupo despegó. 

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Consejos para los que desean marcar la diferencia

Si sientes bastante pasión por una causa, sigue adelante y hazlo. Si crees en eso lo suficiente, podrás crear algo de la nada. Mi historia es un ejemplo perfecto. Cuando fundé Las Comadres, en sentido literal lo único que tenía era mi cuenta de correo electrónico. Por suerte, eso fue durante el comienzo de esa intersección entre la tecnología y el desarrollo comunitario, así que no tuve que planificar demasiado. Abrí un grupo en Yahoo y envié invitaciones en línea con Evite, y mi organización creció a partir de eso. Pero al mismo tiempo, necesitas ser práctica además de apasionada para seguir adelante a largo plazo. A medida que tu proyecto avanza, asegúrate de tener algo de dinero como apoyo. Si bien Las Comadres ha contado principalmente con voluntarias, algunos fondos corporativos me permitieron tomar tiempo libre durante períodos cuando mi madre o mi esposo se enfermaron. De esa manera, pude contratar a personas que hicieran el trabajo por mí mientras yo no estaba. Sin eso, es probable que mi organización se hubiese terminado.

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Cómo mi vida ha dado forma a este proyecto

Mi tía materna y su esposo me adoptaron cuando estaba recién nacida. Cuando nací, mi madre biológica se negó a alimentarme e incluso a mirarme. Aunque tuve una niñez idílica con mis padres adoptivos, siempre me atormentó que aparentemente mi madre no quería tener nada que ver conmigo. Yo sabía quién era ella y que yo tenía nueve hermanos y hermanas biológicos. Pero no tenía ningún contacto con ella. No fue hasta que ella se estaba muriendo en 1999 que descubrí la verdad. Me había regalado a mi tía y a mi tío, porque ellos no podían tener sus propios hijos. Mi madre no quiso tener nada que ver conmigo cuando nací, porque temía encariñarse conmigo y luego no estar dispuesta a darme en adopción. Al contemplarlo ahora, pienso que la soledad extrema que sentí durante toda la vida, y el deseo intenso de tener conexiones con otros latinos, viene del hecho de que siempre supe que tenía nueve hermanos y hermanas con quienes no crecí. De muchas maneras, crear Las Comadres fue mi propio intento de volver a crear mi familia biológica.

Por qué mi estrategia es única

Las Comadres empezó como un grupo de apoyo, pero en realidad es mucho más que eso. Si bien organizamos reuniones locales donde las latinas pueden juntarse en la intimidad del hogar de alguien a hablar, reírse y llorar, intento usar estas reuniones como una manera de captar la atención e integrar a las latinas con el resto de la comunidad. Cuando empecé Las Comadres, no había otras organizaciones que brindaran tanto apoyo emocional como oportunidades profesionales a las latinas. Las mujeres seguían siendo introvertidas en la comunidad latina y en realidad no se conocían mutuamente. Al crear una manera para que las latinas se conectaran naturalmente entre ellas, encontré una forma de tanto fomentar la autoconfianza de las mujeres como lograr que participen en proyectos innovadores. Por ejemplo, Las Comadres and Friends National Latino Book Club, un grupo que lancé en el 2008, eventualmente llevó a que nuestra organización publicara un libro, “Cuenta conmigo: Conmovedoras historias de hermandad y amistades incondicionales”, con Atria, una división de Simon & Schuster. También creé en el 2010 Comadre University, un programa informal de cursos sin créditos universitarios, y en el 2012 Empresarias Entrepreneurship Training, un programa con fondos de State Farm que permitió que ocho mujeres de bajos ingresos cuyo idioma principal era el español aprendieran cómo lanzar su propio negocio. Pero a diferencia de otras organizaciones profesionales, la nuestra no tiene cuotas, funcionarios, reuniones ni compromisos. Lo único que necesitas para unirte es una dirección de correo electrónico —y si no la tienes, puedes conectarte por medio de una iglesia o agencia de servicios sociales—. Siempre les digo a otras latinas: “No dejen que una comadre tímida se quede de pie afuera del grupo, tráiganla y ayúdenla a sentirse como en su casa”.

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