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Ingrid Hoffmann: Mi dieta para combatir el lupus

Menú de un día bajo en azúcares, carbohidratos refinados y grasas.


spinner image Ingrid Hoffmann tomando una taza de café
Ingrid Hoffmann
Chica Worldwide LLC

Cuando estaba en mis treintas, comencé a sentir que mi cuerpo trataba de comunicarme que algo andaba mal. Primero fue mi espalda y luego un pie hinchado. Empecé a sufrir de un asma aparente que terminó siendo una inflamación en los tejidos de los pulmones. Todos los días era un síntoma nuevo y un especialista diferente. No encontraban cuál era el diagnóstico.

A causa de una inflamación severa en el ojo y su relación con una condición autoinmune, me hicieron estudios de enfermedades autoinmunitarias crónicas y así fue que finalmente descubrieron que yo padecía de lupus eritematoso sistémico. Conocido también como “el gran imitador” porque sus síntomas se confunden fácilmente con otras enfermedades.

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Sentí alivio de saber que no estaba loca, que todos los síntomas que me afligían tenían una causa. Sabía que no había cura, pero tenía esperanzas de que siguiendo el tratamiento, que mis médicos indicaron, iba a sentirme mejor y a continuar con la vida activa a la que estaba acostumbrada. 

El remedio era peor que la enfermedad

Sin embargo, los efectos secundarios de los tratamientos que intenté, muchas veces, eran más agudos que los propios síntomas de la enfermedad.

En reiteradas ocasiones le pregunté a mis médicos que si mi alimentación tenía que ver con la enfermedad o que si había algún cambio alimenticio que pudiera hacer para reducir los ataques del lupus. La respuesta siempre era la misma: “No hay nada más que hacer, tómate tus medicamentos”.

Me rehusaba a permitir que el lupus me privara de disfrutar la vida, entonces me di a la tarea de hacer cambios a mi dieta. Quería encontrar alivio y disminuir la dependencia de los fármacos.

Mi dieta de eliminación

Es cierto que no existe una dieta específica contra lupus, ni evidencia científica que apoye que el cambio en la alimentación tiene un efecto contra la enfermedad. Asimismo, también es cierto que existen alimentos que ocasionan inflamación en el cuerpo. Así fue que comencé haciendo una dieta de eliminación, buscando comparar como me sentía al eliminar el azúcar, el alcohol y los carbohidratos procesados. Rápidamente identifiqué cuáles ingredientes desencadenaban en mí los síntomas de la enfermedad.

Poco a poco, mi cuerpo fue reaccionando positivamente a la nueva dieta y dejé de depender de los medicamentos. No es que haya encontrado una cura, o que no tenga que recurrir a los medicamentos de vez en cuando, pero mi calidad de vida ha mejorado.

Hay ocasiones en que me doy gustos, especialmente durante los fines de semana, y otras en que no tengo acceso a lo que debo comer, pero siempre retorno a los alimentos que apaciguan mi condición médica. Lo más importante es que tengo herramientas para controlar mi enfermedad.

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Cómo controlo el lupus:

  • Reduje o eliminé el consumo de azúcar y fructosa, grasas trans, carbohidratos refinados, carnes procesadas, alcohol, productos lácteos y café;
  • Incrementé el consumo de alimentos antiinflamatorios como bayas, vegetales crucíferos (brócoli, espinacas, col risada, coliflor), té verde, pescados altos en omegas, cúrcuma, aguacate, aceite de oliva, chocolate amargo, entre otros;
  • Hago ejercicios físicos cinco veces a la semana;
  • Duermo ocho horas diariamente;
  • Medito;
  • Río y disfruto la vida;
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Menú: Un día de mi dieta contra el lupus

Desayuno:

  •  Jugo verde de espinacas, pepino, apio, perejil, jengibre, cúrcuma, pimienta negra, limón amarillo, manzana y semillas de chía.
  • Matcha (té verde)

Almuerzo:

  • Salmón salvaje salteado con limón, perejil y aceite de oliva.
  • Batata o camote.
  • Ensalada de col rizada, aguacate e hinojo.

Merienda:

  • Yogur griego o kéfir de leche de cabra (no he eliminado completamente los lácteos ya que para mantener mis huesos saludables necesito calcio. Así que trato de consumir leche de cabra en lugar de la de vaca, tiene más contenido nutritivo, menos lactosa y más probióticos)
  • Bayas mixtas
  • Stevia, si necesitas endulzar.

Cena:

  • Quinua salteada al estilo arroz chino con trocitos de pechuga de pollo, brócoli y coliflor preparada como si fuera arroz con la salsa tamari.
  • Un trozo de chocolate amargo para mis antojitos nocturnos.

Las enfermedades crónicas se manifiestan de distintas maneras según el individuo, de igual forma los tratamientos. Lo que funciona para mí, tal vez no funcione para otra persona y viceversa, pero ojalá que puedas obtener algo positivo de mi experiencia.

Consulta con tu médico antes de implementar cualquier cambio alimenticio, especialmente si lo estás haciendo por una condición médica. Después de obtener el visto bueno del especialista te recomiendo llevar un diario de los cambios que vas introduciendo tanto en tu dieta como en tu rutina en general. Así te será más fácil evaluar e identificar cuáles de ellos vale la pena adoptar a largo plazo.

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